miércoles, 30 de diciembre de 2009

Emilio Sànchez

Emilio Sánchez siempre supo cual sería su oficio.
Lo aceptó siendo niño
y se preparó para ejercerlo
como antes lo hiciera su padre
y antes que su padre, su abuelo.

*

Emilio Sánchez, sepulturero.
La suya es una dinastía de hombres justos y honrados,
La suya, es una dinastía de hombres que nunca pudieron quedarse callados.

*

La primera vez que fueron a buscarlo,
que lo llevaron hasta el paredón improvisado,
que le ordenaron cavar hasta hacerse daño,
que le obligaron a no hacer caso de los disparos,
que le prohibieron cerrar los ojos a los muertos,
que le mandaron cubrirlo todo con tierra,
con piedra,
con amnesia,
aquella primera vez, Emilio Sánchez pensó que
era el momento de espantar el miedo con silencio..

Noche tras noche,
atravesaba el pueblo,
cabizbajo, aterrorizado,
escoltado por demonios brillantes y encharolados.

Emilio excavaba fosas enormes
pero antes de sepultar los cuerpos
cogía objetos pequeños
para entregárselos a las familias en secreto
y poder así llorarlos..

Emilio Sánchez esperó casi medio siglo
con su mudez a cuestas,
con su rabia a media asta.

Y cuando, al fin,
habló alto y claro
señalando uno a uno a los verdugos de aquel tiempo,
entonces, Emilio, supo,
que él también tendría un sitio entre aquellos,
hombres justos y honrados que nunca pueden quedarse callados.

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