miércoles, 30 de diciembre de 2009

Diego

No es un loco.
Diego es sólo un hombre.
Es sólo un hombre a quien el corazón se le ulcera.

Si pasas cerca,
escuchas su tristeza.
Si pasas cerca,
no podrás olvidar sus quejas.

Diego es poeta.
Inmóvil, entre mesas rebosantes de cervezas
mira a los ojos de quien lo observa
y arroja poemas
antes de que se arrepientan...

Diego es un proscrito.
Uno más.
Escribe con los puños levantados
para después
y a quemarropa, dispararnos.

Diego anochece más a cada rato.
Tiene los ojos vidriosos,
huele a holocausto,
a pánico,
a tragedia.

Diego está atento a las palabras,
las pone en el oído, cerca,
y en el momento exacto que penan
las zarandea
hasta que sus alaridos bestias
atraviesan todas las fronteras.

Diego no es un bufón,
ni un mercader.
No es un mesías, ni un libertador.
Tampoco es un impostor.

Diego es sólo un paria.
Un paria entre poetas.
Un paria entre los parias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario