miércoles, 30 de diciembre de 2009

Emilio Ramos

Emilio Ramos, herrero sin remedio,
feo entre los feos,
ilustre cojo de ambos lados
en su ardiente reino
canta el yunque y el martillo
baladas de prisionero.

Emilio Ramos fragua llaves o cadenas
y no escucha
y jamás se mira en el espejo.
Emilio Ramos fue una vez niño
y lo golpearon.
Recibió maltrato en todos sus costados.
Emilio ramos no olvida que su padre fue su látigo
que su padre le partió las piernas
que su padre lo condenó a las tinieblas.

Emilio Ramos nunca deja apagar el fuego,
le da miedo el frío,
por eso tiene este oficio,
porque fue una tarde de invierno
cuando dejó de correr como corren los niños.

Fue una tarde más de alcohol, de llantos,
de rencor, de gritos.
Emilio ramos
herrero o alquimista
tullido dios de andar por casa
renquea el castigo de su desobediencia.
Le quema el dolor de caminar con daño
le quema el horror de haber sido hijo de sangre violenta
le quema saber que así no le querrá nadie.

A Emilio Ramos,
después de tantos años
aún le asusta el recuerdo
de los golpes dados sobre los huesos,
como si fueran de hierro,
como si fueran sus piernas de hierro,
como si fueran de hierro los golpes,
como si fueran de hierro los sentimientos
como si fuera de hierro su padre,
como si fuera de hierro dios,
ese dios que nunca le hizo caso.

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